El control de velocidad en carreteras es una medida de seguridad para la protección vial de conductores.
En varios de los estudios realizados sobre accidentalidad de vehículos, la velocidad es uno de los elementos que más influyen. Otro factor es el consumo de drogas entre las se encuentra la ingesta de alcohol.
La falta de percepción sobre la carretera hacen que el conductor aumente el número de errores en su conducción.
Esto ocurre bien por exceso de relajación al volante o bien por irritabilidad y agresividad elevadas derivado del consumo de estas drogas.
Combinando esa velocidad con el consumo de estas sustancias se obtiene el desafortunado resultado que arrojan los datos estadísticos sobre siniestralidad. Los más comunes son la salida del vehículo de la vía por exceso de velocidad o por ejemplo el choque con otros vehículos.
También en otro plano algo más alejado pero relacionado con el exceso de velocidad, están los accidentes derivados de falta de mantenimiento en el firme así como diseños y trazados poco acertados.
Por esta razón, se fueron implantando cada vez más dispositivos de control de velocidad para sancionar a los conductores que rebasaban esos límites estipulados.
De este modo, partiendo de modelos iniciales, la técnica de control de velocidad mediante radar ha evolucionado con el uso de tecnologías cada vez más vanguardistas.
Uno de los últimos radares implantados en carreteras fueron los radares de tramo y los radares piezoeléctricos.
Ahora la última novedad han sido este año la adquisición de radares móviles de tamaño muy pequeño.
Al menos, que se sepa, se anunció la adquisición de 50 nuevos radares según unas fuentes y 60 según otras, tal vez más, para cubrir todo el territorio nacional.
En este sentido no sería más significativo el dato si no fuera porque el reducido tamaño de estos radares les permite ser colocados en lugares donde no pueden verse.
Uno de esos lugares es en las motos de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Situados estos radares en estas motos son capaces de controlar la velocidad de vehículos que circulen por dos de los carriles de la vía.
Técnicamente se los conoce como cinemómetros y están dotados de tecnología láser para medir la velocidad de los demás vehículos cuando la moto circula por dicha vía.
Previo ajuste, este dispositivo mide la velocidad a la que circula la moto y resta el valor de la velocidad de los demás vehículos y se compara con el límite de velocidad a la que se indica en la vía.
Si el valor es superior, la matrícula queda fotografiada, ante lo cuál, los agentes de tráfico pueden detener al vehículo para su correspondiente sanción.
No obstante, aunque estos radares móviles pueden colocarse en un vehículo camuflado con ayuda de un imán en un lateral, o bien en la misma motocicleta antes mencionada, estos dispositivos deben estar parados para funcionar de manera efectiva.
Su peso es de tan solo 3 kilogramos y son inalámbricos. De este modo la patrulla ocupada del control de velocidad de un tramo puede controlar ese dispositivo radar con ayuda de su conexión 4G a varios kilómetros.
El radar se puede colocar sobre un trípode o bien en el propio guardarraíl haciéndolo prácticamente invisible.
Sobre todo, esta manera de ocultamiento tendrá un especial impacto en las carreteras secundarias que es donde más accidentes se producen.