Antecedentes históricos de contaminación en primeras ciudades
Los entornos artificiales como las grandes ciudades ofrecen a las personas mayores oportunidades.
En todas las épocas históricas la reunión de personas en lugares concretos han fomentado relaciones entre distintos grupos. Esto llevó desde el primer momento a la creación de uniones comerciales, políticas, sociales, y de conocimiento.
La variedad de culturas que se mezclaba en estos lugares permitió una diversidad muy rica que llevó a nuevas maneras de pensamiento, progreso tecnológico y científico.
Llegados al siglo XIX se inició una nueva era protagonizada por el empleo de motores de combustión. Su antecedente aparece en el motor de vapor quemando carbón, pero el uso de combustibles como el petróleo ofrecía una mayor potencia con motores de explosión para desplazar aquellos vehículos tan pesados.
Antes los desplazamientos eran mediante tracción animal con caballos, bueyes y burros, donde el combustible usado era el pienso que comían estos animales, en un sistema que casi se podría afirmar como sostenible ya que el estiercol generado por estos animales se podía usar como fertilizante en campos de cultivo.
El único contaminante que se producía en realidad era el metano presente en la emisión de gases por estos animales al igual que el CO2 en su respiración.
Se puede afirmar que desde el origen estas primeras poblaciones ya crearon un impacto ambiental.
Las concentraciones humanas precisaban de fuego para calentarse y para la cocción de alimentos. Ese fuego que era a partir de leña producía unas emisiones en forma de CO2 y otros gases. Estos gases se liberaban a la atmósfera en un proceso contrario al de su fijación en forma de madera mediante los árboles.
Este ciclo casi controlado comenzó a invertirse con el incremento, cada vez mayor, de toneladas de gases liberados a la atmósfera por un aumento de población cada vez mayor, en un proceso que hasta entonces había sido todo lo contrario.
Todos esos gases que miles y millones de años atrás se fueron transformando en madera, ahora volvían de nuevo a la atmósfera de manera que las condiciones ambientales se trastocarían de nuevo, en un equilibrio aparente y que aún continuamos sin comprender del todo.
Se puede afirmar que la humanidad inició esta inversión con las primeras agrupaciones humanas organizadas que originarían el nacimiento de las primeras ciudades hace más de 7.000 años.
Pero la evolución, progreso y eficacia de estos grupos se aceleró hace tan solo 2.000 años. Desde entonces hemos pasado de unas ciudades enormes como las de Roma y otras situadas en Grecia y Turquía, hasta las ciudades de la Europa medieval que nos conducirían a las gigantescas metrópolis actuales.
Ahora el impacto ambiental se ha magnificado tanto que se deben hacer varias consideraciones porque ahora no es leña lo que se quema. Incluso las primeras locomotoras de vapor que empleaban carbón para calentar el agua de sus calderas, producían enormes columnas de humo negro que iban a parar a la atmósfera.
En ciudades como Londres en el siglo XIX, el cielo era todo negro por el carbón que se quemaba en casas de uso doméstico y fábricas de manufacturas.
Actualmente el problema que hay en las ciudades de casi todo el planeta es idéntico siendo en esta ocasión los mismos responsables de entonces a los que se han sumado las emisiones del vehículo privado.
¿En dónde nos encontramos actualmente?.
En las ciudades el aire que respiran las personas es distinto en pureza según el día de la semana y según las condiciones meteorológicas.
En un día laborable en donde hay muchos vehículos desplazándose por las calles de la ciudad, la contaminación es muy elevada. Depende también de si hace viento o no. Con ello la contaminación no desaparece sino que se desplaza a otro lugar en donde por medios naturales, se disipa en un cierto grado, aunque no desaparece del todo.
El dióxido de nitrógeno (NO2) es un contaminante atmosférico que se deriva sobre todo del tráfico rodado. Pero también se debe a las emisiones de determinadas industrias y de calefacciones de carbón. Estos niveles aumentaron en los últimos años por un mayor uso del combustible diésel.
La presencia de NO2 en el aire contribuye a la formación y modificación de otros contaminantes atmosféricos tales como el ozono y las partículas en suspensión (PM10 y PM 2,5).
Debido a que este NO2 tiene su origen en el tráfico urbano, los niveles elevados de dicho gas se pueden acompañar de niveles altos de partículas en suspensión, así como de otros contaminantes como los «hidrocarburos aromáticos policíclicos» o los «metales pesados».
Los niveles de estos gases están regulados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero dicha organización sólo tiene la función de regular y no la de prohibir. Esa función y responsabilidad recae sobre los gobiernos de cada país. En este sentido suceden escenarios bastante dispares. En países asiáticos con un alto nivel de industrialización hay unos niveles de contaminación tan altos que durante el día parece casi de noche por los gases que flotan en el cielo.
En las ciudades europeas hay una regulación intercomunitaria para regular esos límites los cuales se interpretan mediante reglamentos y protocolos propios de cada país y ciudad.
En este sentido, se han activado protocolos de regulación del tráfico en ciudades concretas, según esas recomenaciones para la salud cuando se superan esos niveles de contaminación. Pero no siempre ha sido así en el pasado.
Muchas veces, tanto la medición de estos niveles, como la aplicación de reglamentos concretos en ciudades así como los protocolos concretos a seguir según esos escenarios, se han implantado de manera progresiva pero lentamente por los problemas que plantea su aplicación.
El conflicto.
Por una parte está el hecho de que esa contaminación daña a la población cuando esta misma se expone durante un tiempo prolongado a esos niveles, tal y como define la OMS.
En este sentido, se trata de informar a la población de lo que ocurre en realidad de la manera más clara y transparente posible ya que la implantación de estas medidas de restricción, aunque son fastidiosas, son para precisamente cuidar a dicha población.
El deber de cualquier forma de gobierno es la de cuidar a estas personas por un lado y por otro evitarlas molestias en un equilibrio difícil que permita contentar al mismo tiempo a ese futuro electorado.
También va en contra, este tipo de restricciones, del desarrollo y actividad comercial. En las ciudades se generan la mayoría de empleos derivados por la venta de productos, uso de servicios y espectáculos así como otros relacionados. De este modo, cuando se activan estos protocolos, se reducen de manera notable este tipo de actividad comercial de la cuál se nutren dichas ciudades, suponiendo una presión enorme sobre los órganos de gobierno existentes, que tratan de mantener ese equilibrio sobre el asunto de los contaminantes.
La solución más bien parece cercana a una combinación de varias propuestas que siguen a continuación, en una implantación gradual y progresiva en todas las ciudades.
El crear acuerdos entre todas las partes a un nivel de competencia, permitirá a las empresas ajustarse a unas mismas reglas, desapareciendo el conficto de competitividad.
Estas medidas consisten en un mayor uso de transporte público, ampliación y diversificación hacia extrarradios en grandes ciudades de zonas de ocio, comercio y recreo, así como la implantación real de sistemas de suministro energético mediante energías renovables para transportes y electricidad.
«Protocolos y escenarios» en una ciudad grande como Madrid.
El 21 de enero de 2016, entrando en vigor el 1 de febrero de 2016 se aprobó en Junta de Gobierno un protocolo para conseguir mayor protección en la salud de las personas en momentos que se detectasen episodios de contaminación nocivos.
La calidad del aire se mide mediante un sistema de vigilancia que consiste en 24 estaciones distribuidas por la ciudad las cuales toman mediciones cada hora. Estos valores se publican en tiempo real y se pueden consultar en un registro web o a través de aplicación para móviles.
Este protocolo se activa cuando estas estaciones dan una medida donde los niveles de dióxido de nitrógeno ( NO2 ) superan los límites considerados como tóxicos según las recomendaciones de la OMS.
El protocolo se activa de inmediato cuando se superan estos niveles y además la previsión de la Agencia Española de Meteorología no es favorable. Esto quiere decir que dichas condiciones no disipen el gas NO2 como por lluvia o viento.
Esta información se puede consultar en tiempo real en: www.madrid.es así como desde las redes sociales y Líneamadrid (Oficinas de Atención a la Ciudadanía y teléfono 010) que ofrece el ayuntamiento.
La determinación de los escenarios por contaminación están regulados por la Dirección de Gestión y Vigilancia de la Circulación que es dependiente del área de Gobierno de Medio Ambiente y Movilidad, en coordinación permanente con Policía Municipal y agentes de movilidad así como con el Consorcio Regional de Transportes y la Dirección General de Tráfico.
Una ciudad en este caso de más de 3 millones de personas a donde pueden acudir más de 6 de toda la provincia, necesita de varios niveles de actuación y regulación.
Este tipo de escenarios por contaminación es más frecuente durante el invierno.
En esta estación se produce una inversión térmica en un proceso natural donde el aire de las capas bajas de la atmósfera no pueden circular y quedan pegadas al suelo de modo que se respira directamente.
Esos días sin viento, fríos y totalmente despejados son los peores para este tipo de escenario.
¿En qué consisten estos protocolos?.
Ya no sólo en Madrid sino en muchas grandes ciudades de la península se aplican protocolos con cuatro niveles en donde se trata de regular el tráfico entrante y que transita por las mismas.
En este sentido se vigilan y regulan aspectos como la reducción de la velocidad en los accesos.
La prohibición del estacionamiento de vehículos en aparcamientos con estacionamiento regulado.
La prohibición de la circulación a vehículos con matrícula par o impar, es decir, sólo permitiendo el acceso a la zona central al 50 % del total.
Y por último, la prohibición total de acceso y movilidad por la zona central.
Los vehículos eléctricos de pila de combustible o de emisiones directas nulas, así como vehículos eléctricos enchufables y vehículos eléctricos de rango extendido, cuando hayan obtenido la correspondiente autorización otorgada por el Ayuntamiento y con el distintivo “Cero emisiones” de la DGT, sí podrán circular por toda la ciudad y además aparcar en zona y horario SER cuando esté prohibido.
También hay excepciones para el resto de vehículos si se trata de residentes o personas que puedan justificar la necesidad del uso de dicho vehículo para el desempeño de su trabajo ( vehículos de reparto, taxis, y otros ).
Se aplica el mismo criterio para vehículos privados que se desplacen durante la noche hasta la madrugada cuando se aplica el nivel tres de restricción.
Todas estas informaciones se notifican mediante paneles luminosos antes de acceder a las zonas de circulación afectadas así como mediante web, app, sms, y redes sociales como sucede con Twitter Alerts de @EmergenciasMad.
Recomendaciones sanitarias. ¿Por qué es peligroso para la salud la contaminación?.
Según las fuentes que pueden consultarse en Madrid Salud del Ayuntamiento, los niveles elevados de dióxido de nitrógeno pueden irritar los pulmones, disminuir la función pulmonar así como disminuir la resistencia a infecciones respiratorias.
La irritación que provoca este contaminante se relaciona con un aumento de la mucosidad de las vías altas respiratorias, lo que puede hacer aumentar las infecciones respiratorias y agudizar los síntomas de pacientes con enfermedades crónicas respiratorias, asmáticos y alérgicos. De hecho, recientes estudios científicos relacionan la exposición a NO2 con una mayor incidencia de bronquitis, especialmente en mayores e inmunodeprimidos así como de bronquiolitis en niños.
Otros estudios apuntan también a relacionar contaminación atmosférica con un bajo peso al nacer y mayor probabilidad de parto prematuro, por lo que las embarazadas son un colectivo de especial protección ante estos episodios.
Son más sensibles a los efectos de este contaminante personas con asma y otras enfermedades respiratorias crónicas (Enfisema pulmonar, EPOC…) cardiovasculares y/o trastornos inmunológicos, como pacientes oncológicos/as, consumidores/as de drogas y alcohol, embarazadas, así como menores de 6 años y mayores de 65 años.
Asimismo, en momentos de alta exposición a contaminantes atmosféricos, la realización de actividad física puede ser un factor que potencie los efectos negativos en salud.
Los principales síntomas son:
. Tos y flema
. Irritación de ojos y garganta
. Molestias al respirar
. Sensación de falta de aire
. Cansancio o fatiga inusuales
. Estos síntomas pueden agudizarse en personas realizando actividades deportivas al aire libre, al aumentar el volumen de aire inspirado.
Si siente ahogos, le cuesta respirar, le sobreviene una tos profunda, o empeoran los síntomas de su patología previa, acuda a un servicio de urgencias.
¿Qué soluciones se proponen?.
En un principio, para afrontar el problema, se trata de usar lo menos posible el vehículo privado. Si hubiera que usarlo la recomendación consiste en que ese vehículo lleve a varias personas.
En una mañana en donde todo el mundo acude a su puesto de trabajo en vehículo privado, se puede observar cómo el 90 % sino el 100 % de los coches, tan solo transportan a 1 persona. Si hubiese un modo de que estas personas compartiesen ese mismo vehículo, por ejemplo 4 personas o 5 en uno sólo, la contaminación producida por estos coches sería de sólo la cuarta o la quinta parte.
Otra solución que se propone es el uso del transporte público. El uso de sistemas de transporte público permiten el desplazamiento de miles de personas con una contaminación más reducida.
No obstante, estos hábitos ya no sólo son por comodidad sino que se derivan de un problema que va sujeto a la formación de la propia ciudad y que es por la agrupación cercana al 70 % de los empleos en la misma. Estos empleos son ocupados por personas que viven en un 80% fuera de la ciudad y que deben desplazarse a diario hasta allí.
En una segunda fase para la solución a la contaminación, no habría mayor problema en el uso de los vehículos privados, fuera cual fuera su nivel de ocupación, si los mismos empleasen un combustible limpio. Los coches eléctricos están presentes de un modo cada vez más visible.
Hay muchas iniciativas en donde se están sentando las bases para dotar a la ciudad de puntos de suministro eléctrico para estos vehículos así como la implantación en nuevas viviendas de puntos de carga eléctrica para estos vehículos que serán el futuro.
De momento hay que solucionar varios problemas como la autonomía de estos coches, sus costes de adquisición que por el momento son del orden de más de tres veces el de un utilitario normal, y sobre todo solucionar la procedencia de ese suministro eléctrico.
De poco servirá que los coches se conecten a una red eléctrica si al final se está quemando carbón o petróleo en otro lugar.
Lo que se pretende es que ese suministro proceda de energías limpias y renovables como la eólica, la solar o la hidroeléctrica.
Sin embargo existen cada vez más normativas que se aplican de manera eficaz como ha sido el caso de la regulación en las emisiones de estos vehículos que se mencionan. Un coche en la actualidad nada tiene que ver con lo de hace dos o tres décadas en cuanto a contaminantes se refiere. Se ha evolucionado muchísimo y el progreso cada vez más eficaz.
En las ciudades en lo referido a obra civil también se han realizado progresos en el uso de nuevos materiales así como su reciclaje y aprovechamiento.
Actualmente se construyen o reforman nuevos barrios en estas grandes ciudades a los que se dota de nuevos servicios, grandes avenidas, viales de asfaltos más eficientes, modernos e incluso reciclados y reciclables, junto a edificios eficientes desde un punto de vista energético.
En este sentido, aunque poco a poco, se producen cada vez más mejoras y progresos para los habitantes de estas grandes metrópolis que aspiran a ser lugares totalmente limpios de los contaminantes actuales.
Fuentes informativas: