Cuando se adquiere un nuevo vehículo lo normal es esperar un tiempo hasta obtenerlo.
En cuanto el cliente ha decidido la compra de un modelo específico y formaliza el pago del mismo pueden suceder dos cosas. La primera es que ese vehículo ya exista y esté en stock en alguna parte. La segunda es que muy probablemente lo tengan que hacer desde cero.
Cuando el cliente decide los detalles y elementos adicionales de su nuevo vehículo es muy improbable que tenga la suerte de que ese vehículo exista tal y como lo solicita ya en stock incluso del mismo color.
Las empresas de toda clase que se dedican a la producción no se arriesgan a disponer de un stock pasivo. La razón no es otra que por una parte ese dinero invertido por la empresa se encuentre parado y por otra parte que incluso podría llegar a no venderlo.
En la actualidad todas las empresas primero cobran por adelantado y a continuación producen el producto.
Realizados los trámites de compra de dicho vehículo se envían desde el punto de venta o concesionario las especificaciones del producto hasta la planta de producción. Allí comienza el largo proceso de construcción de dicho vehículo.
Desde que el cliente solicita el vehículo hasta que finalmente lo obtiene pueden pasar como poco tres meses si lo han de construir de cero. En muchos casos los tiempos pueden llegar a cuatro e incluso seis meses.
En caso de que el vehículo ya esté construido como poco tardará al menos un mes pero este caso es el más improbable.
La explicación de porqué tarda al menos este tiempo tiene que ver con los trámites de solicitud, venta, transporte entre las distintas plataformas y lanzaderas logísticas y finalmente la matriculación final del vehículo. Así la entrega es antes de ese tiempo totalmente inviable.
Las plataformas o lanzaderas de vehículos son grandes espacios en donde aparcar todos estos vehículos producidos.
En la planta de producción se dispone de un espacio o aparcamiento de enormes dimensiones en donde quedan estacionados los vehículos nuevos.
Esta planta o aparcamiento puede ser de asfalto o cemento. También puede ser de resina si está en el interior mismo del espacio de producción.
Desde este punto dichos vehículos son trasladados por lo general en ferrocarril hasta otra plataforma. Desde aquí los vehículos pueden embarcar para continuar su recorrido hasta otra planta.
Puede ocurrir también que desde la factoría sean trasladados a una planta final desde la cual los vehículos serán trasladados en trailer hasta los concesionarios peticionarios.
Las plataformas de intermediación sirven como aparcamientos gigantes para estacionar esos vehículos producidos hasta su posterior traslado.
Estas plataformas tienen una estructura global dividida en sectores.
Cada sector corresponde a un tipo de vehículo siendo en unos casos únicamente vehículos nuevos, en otros sectores se disponen los vehículos de ocasión y que también son desplazados desde unos concesionarios a otros, y por último espacios en donde se sitúan vehículos de cualquier clase.
En estos sectores además hay divisores según el nivel de protección que se quiera para los vehículos allí estacionados.
Esta protección consiste en un techo mediante red, rejilla, o malla. Dicha malla impide la caída de hojas y otros objetos sobre los coches además de proteger de otros agentes meteorológicos como el sol y en parte la lluvia.
Son especialmente efectivas estas protecciones para evitar la cada de granizo sobre los vehículos.
Cada vehículo situado en este gran aparcamiento se sitúa en una plaza concreta y se referencia para estar localizado en todo momento. Desde que llega hasta que se pone de nuevo en circulación hay un control total sobre la ubicación del mismo.
Finalmente el vehículo se desplaza en camión para hacer el último trayecto hasta el concesionario en donde se entregará al cliente final.