La calle del asfalto.
Desarrollos urbanísticos.
La calle del asfalto se sitúa en un barrio del Sur de la ciudad de Madrid. Lo más curioso es la cantidad de nombres de calles que usamos a diario y muchas veces nos gustaría conocer su origen.
Una manera de nombrar espacios urbanos de una manera semántica es poner nombres a las calles, plazas y avenidas.
El origen de las ciudades está precedido por el de las poblaciones y poblados originales. Las primeras concentraciones de personas en un espacio concreto estuvo vinculado desde el comienzo a viviendas construidas con materiales vegetales, rocosos y terrosos.
De este modo comenzaron los primeros emplazamientos urbanísticos tomando forma poco a poco de manera funcional.
Cuando las poblaciones comenzaron a ser cada vez mayores fue necesario emplear referencias para localizar a las personas que vivían en uno u otro lugar.
Al principio se usaban referencias físicas como comercios concretos o centros de reunión, o árboles próximos o bien simplemente referencias topográficas como colinas, vaguadas o espacios rocosos definidos.
En algunos lugares se usan hoy día esas referencias también como apoyo visual a señas concretas como por ejemplo una fuente.
Localización y orientación.
A medida que la relación entre las personas era cada vez mayor fue necesario idear una manera de localizar a estas personas o familias para el fomento de ciertas actividades que eran sobre todo comerciales.
Que se tenga noticia, se comenzaron a nombrar las calles en la Edad Media por parte de los propios vecinos. Antes de este periodo era mediante el boca a boca. Al menos eso es lo que se cree hoy día ya que no hay mucho material de investigación sobre dicho asunto.
Cuesta creer que ciudades asiáticas anteriores a las ciudades europeas de la Edad Media no tuvieran una manera de nombrarse.
La ciudad situada alrededor del templo de Angkor Wat en Indonesia, en el siglo XII, se calcula en más de 500.000 habitantes. Dentro de muros se estima en unas veinte mil personas, pero la ciudad que se extendía por fuera varios kilómetros se elevaba por encima del medio millón. Algunas investigadores aventuran que hubiera podido ser del doble.
Para entender sus dimensiones basta decir que Londres en esa misma época tenía una población de 80.000 personas.
Cada año se descubren a nivel arqueológico nuevos vestigios de largas carreteras y calles en un territorio que actualmente es la selva.
¿Cómo se encontraban entre sí aquellas personas que vivían en una ciudad tan grande?
Tal vez se investigue en el futuro cuando aparezcan nuevas evidencias y pruebas que lo demuestren.
En las ciudades europeas durante la Edad Media sí se sabe que las calles tomaban nombres de las actividades y los oficios que allí se desarrollaban.
También se ponía nombre a esas calles en las cuales había edificios importantes.
A mediados del siglo XIX comienza una reestructuración urbanística estatal que traslada a los ayuntamientos de las ciudades la función de nombrar las calles.
La calle del asfalto: los nombres de las calles.
Muchas calles son bautizadas con el nombre de personas relevantes de la antigüedad como artistas, filósofos, escritores, científicos y santos.
También hubo muchas calles que fueron rebautizadas con nombres de personajes políticos o episodios históricos concretos afines a quienes en ese momento ostentaban el poder. Cuando cambiaba, ese poder por lo general, lo hacían en igual medida los nombres de esas mismas calles.
Esta influencia política y el deseo de trascender a la posteridad es algo innato en los distintos pueblos mediante la política y la religión desde tiempos anteriores al egipcio tal y como sucedía en el culto a ciertas deidades o el reconocimiento a ciertos líderes.
Lo mismo ocurrió en Grecia y en Roma y esa misma manera de pensar se extendió hasta nuestros días.
Sin embargo la manera en la que se nombran estas vías hoy día depende de varios factores.
Regulación de los nombres de las calles.
La manera en la que se legislan actualmente los nombres de las nuevas calles depende en el caso de la ciudad de Madrid de la Junta Municipal de Distrito.
Así la elección del nombre de las calles está sujeto a una reglamentación. En otras ciudades del territorio nacional depende de cómo se hallan establecido estas competencias.
Y en otros países la manera de asignar estos nombres es parecida pero igualmente depende de la legislación vigente.
En Madrid es el Instituto Nacional de Estadística el organismo que pone en marcha el proceso haciendo llegar un listado a la Junta Municipal de Distrito.
El listado con los nombres propuestos para esas plazas, calles y avenidas son entregados al consejo regional.
Si estas calles están en un centro urbano pasará a manos del Ayuntamiento y por tanto la Junta Municipal de Distrito.
Así en el caso de Madrid esos nombres de las nuevas calles deben estar en sintonía con las del entorno.
Cuando se crean nuevos espacios urbanos es frecuente que se decida una temática concreta por ejemplo la artística. En este caso todos los nombres elegidos son de esa misma temática.
Por ejemplo puede escogerse un tema clásico como escritores de Iberoamérica, o bien obras literarias de la antigüedad, o personajes mitológicos. En cualquier caso deben ser nombres que no se hallan usado con anterioridad.
El listado propuesto es enviado a la Concejalía de Cultura y por último se aprueba en un Pleno Municipal.
Cuando los nombres se refieran a espacios situados en pedanías la elección dependerá de las juntas vecinales.
Participación ciudadana.
En estas últimas es suficiente con que cualquier persona proponga un nombre a dicha junta vecinal para que sea discutido y estudiado antes de su aprobación.
Se puede proponer cualquier nombre.
De esta manera tanto en barrios nuevos como en localidades del territorio se han nombrado calles, plazas y avenidas con nombres de lo más curioso.
Algunas obedecen a algún hecho o anécdota histórica concreta. En Madrid, por ejemplo, existe la calle de la Abada que hace referencia a un animal similar a un rinoceronte que se escapó durante una feria en el siglo XVI en aquella misma calle.
Otros nombres más recientes corresponden a personajes de ficción o del cómic como «Zipi y Zape» o «Capitán Trueno».
En el caso de barrios situados en extrarradios es muy habitual poner a las calles nombres relacionados con el entorno.
La calle del asfalto.
En barrios del Sur de la capital como Villaverde se pueden encontrar nombres relacionados con la industria y la siderurgia.
Nombres como calle Platino, calle Tántalo, o calle del Asfalto hacen clara referencia a un entorno industrial.
En este distrito de Villaverde en concreto se han situado desde los años cincuenta y sesenta, factorías como la «planta siderúrgica de fundición Arcelor-Mittal», «Marconi», «Boetticher y Navarro» y la antigua «Barreiros de vehículos» entre otras.
Alrededor de estas factorías se crearon nuevos barrios habitados por personas que trabajaban en esas mismas fábricas. Eran sobre todo personas que venían de localidades pequeñas y pueblos.
Tanto la industria de la automoción, el ferrocarril, como la metalurgia han dejado su impronta en estos barrios.
Hay muchos nombres de origen industrial que se pueden encontrar actualmente en estos barrios de «San Andrés» y «Los Rosales», los conocidos desde siempre como Villaverde Bajo, Villaverde Alto y antiguo barrio de los Rosales.
Algunos ejemplos son los de la calle Cobalto, calle Níquel, calle Calcio, calle Silvina, calle de la Plata, calle Esmaltina, calle Diamante, calle Limonita, calle Iridio, calle Oro, calle del Americio, calle Mercurio, calle Kriptón, calle Mica, calle Magnesia, calle Bismuto, calle Turba, calle Hulla, calle Ámbar, calle de la Resina, calle Ópalo, calle Metal, calle Azufre, calle Hidrógeno y calle Oxígeno.
Todos estos son nombres de elementos químicos, minerales o productos industriales muy necesarios. Marcan el carácter local del entorno en cuanto a las actividades que allí se realizan o se realizaban por ser estos productos muchos de los que se usaban en aquellas industrias.